Posted by Isabel Martín Hernández in 06/21/2009
La Señora Manuela –como así la llamaban- era vecina de La Fregeneda. Al igual que muchos del pueblo se dedicaba a comprar y vender tripas para el contrabando. Cierto día, estando embarazada de nueve meses, se dirigió con su burro al pueblo de Sobradillo a buscar tripas para su posterior venta. Sobradillo era un punto clave en el contrabando de este producto, ya que los portugueses cruzaban el río Agueda, por encontrarse en buenas condiciones, sin necesidad de poner sus vidas en peligro.
Habiendo llegado al término de Sobradillo, se encontró con unos jóvenes que conocía –al parecer, ellos también se dedicaban al contrabando, y de allí venían-. Al verla un poco paliducha, la preguntaron: “¿Señora Manuela, qué le pasa?”. A lo que ella respondió: “Nada, nada. Seguid para adelante”. Y así hicieron los chavales, quedándose tranquilos con la contestación, siguieron su camino.
Manuela, en esta ocasión, no pudo llegar a su destino, ya que en el camino se puso de parto, y estribada en el burro dio a luz. Ella misma, como mejor pudo, se cortó el cordón umbilical y consiguió regresar a casa. Eso ocurrió el día 13 de diciembre, festividad de Santa Lucía.
Habiendo llegado al término de Sobradillo, se encontró con unos jóvenes que conocía –al parecer, ellos también se dedicaban al contrabando, y de allí venían-. Al verla un poco paliducha, la preguntaron: “¿Señora Manuela, qué le pasa?”. A lo que ella respondió: “Nada, nada. Seguid para adelante”. Y así hicieron los chavales, quedándose tranquilos con la contestación, siguieron su camino.
Manuela, en esta ocasión, no pudo llegar a su destino, ya que en el camino se puso de parto, y estribada en el burro dio a luz. Ella misma, como mejor pudo, se cortó el cordón umbilical y consiguió regresar a casa. Eso ocurrió el día 13 de diciembre, festividad de Santa Lucía.
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