Posted by Isabel Martín Hernández in 01/14/2010
Hace años el Ayuntamiento de La Zarza arrendaba las calles por 2 ó 4 pesetas. Aunque cada persona barría su puerta, la distancia que había de una casa a otra era por lo que pagaban los vecinos. Por esas calles pasaban ovejas, vacas, cerdos… y lo que iban dejando por el camino era de gran valor. Por ello, tras ser arrendado, iban con una cesta para recogerlo y posteriormente llevarlo al cortino o huerto.
La tarea de la recogida de los cagajones solía corresponder a los más pequeños y a las abuelas. Así pues, algún vecino aún recuerda cuando los chiquillos salían con sus abuelas a recogerlo y con mucho entusiasmo decían: “¡Abuela, aquí ahí otro cagajón!”.
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