Hace años, cuando los lobos aún eran una especie emblemática de la zona y podían ser vistos con mucha frecuencia, como quien ve hoy en día un milano, se comenta que diariamente recorrían un mismo camino: de Robledo de la Zarza al Bardial de Mieza. Por el día era cuando más se les veía pasar por esos lugares.
Por aquel entonces, el montaraz de Robledino tenía en esa zona una casa en la que vivía con su mujer. Como éste siempre andaba de un pueblo a otro y llegaba a casa a altas horas de la noche, la mujer, a la cual le daban mucho miedo y respeto estos animales, no se quedaba tranquila hasta que oía las pezuñas de la yegua en la que venía su marido. Cuando por fin el montaraz abría los portones de la casa ya se podía dormir tranquila.
Fuente: Salvador Verdejo Martín. Zarza de Pumareda, 06-09-07.
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