jueves, 16 de enero de 2014

Recordando a mi abuelo (Anselmo Hernández García)

Empezaban las vacaciones. Era la primera semana de agosto. Todo estaba seco y amarillo. Seguía haciendo mucho calor. Y después de tantas horas de viaje allí llegamos nosotros. A lo lejos ...podía distinguir mi casa. Una casa con su fachada de piedra y su chimenea, que perteneció a mi tatarabuela. Los vecinos empezaban a salir de los rincones. Todos con el sombrero de paja y la labor entre sus manos: - ¡Cuánto has crecido! La hora de la comida estaba al principio muy silenciosa; alguna mosca que otra revoloteando por las cabezas. De repente, al abuelo se le escapaban sus bromitas; eso indicaba que ya estaba a medio terminar de comer. - Si un gallo pone un huevo y al día siguiente otro. ¿Cuántos huevos pone? Inocente y segura de la respuesta contestaba que dos. Se hacía el silencio y empezaban las risitas, el barullo. Ahora era ya cuando se terminaba de comer. Mientras los demás recogían la mesa, mi abuelo se quedaba bromeando conmigo. Pasadas las horas de la siesta el pueblo volvía a despertar. Se volvía a oír el barullo de la gente, de los carros, de la campana de la iglesia… En ese momento en la casa cogían la caldereta para los cerdos, las sobras de la comida para los gatos de corral y la cesta vacía de los huevos para que luego volviese llena. Finalmente, al burro le ponían las alforjas. Y ya quedaba todo preparado para una nueva marcha. Después de un paso tranquilo llegábamos al corral. Ahora era cuando mi abuelo se disponía a despachar a los cerdos y de paso yo revolvía el gallinero. Unas veces llenaba el bebedero; otras veces, salía al cañizo para recoger moras del camino. Incluso, hasta hacía recetas de cocina que las gallinas comían gustosamente. Lo malo era cuando mi abuelo veía el desbarajuste que había preparado: sacos rotos, trigo por el suelo… La tarde de color anaranjado se echaba encima. Seguían cayendo las horas, los minutos, los segundos… Todos los señores del campo regresaban a sus casas después de un largo día de trabajo. Aparecía la primera estrella de la noche en el cielo. Aún salían algunos vecinos de sus corrales. Se unían a nosotros. Todos juntos marcando el paso rumbo a casa siempre acababan saliendo historietas del pueblo y sus alrededores. Por fin la llegada a casa. Esta vez a la hora de cenar no había que esperar el silencio del mediodía. Después salíamos al fresco haciendo un gran corro con las sillas. Entre los vecinos que ahí nos reuníamos poco a poco iban saliendo historias que habían sucedido en el pueblo. La noche llegaba a su fin. - ¡Hasta mañana, si Dios, quiere! ¡Que descanses!

4 comentarios:

  1. Si bien todo el relato es estupendo y nos recuerda (por lo menos amí) nuestra infancia en el pueblo, y, a los abuelos y abuelas que hacían y decían cosas parecidas; yo me quedo con el párrafo final, cuando salíais al fresco por las noches con las sillas a hablar entre los vecinos amigablemente haciendo ese serano que tantos y tan buenos recuerdos me trae a la mente. Las conversaciones que salían a colación, las historias o leyendas que se contaban, que, no por repetitivas, dejaban de ser interesantes... ¡Lástima que todo eso haya desaparecido para siempre!. Es el pago del "progreso" y el modernismo. ¡Qué levamos a hacer! resignarnos.
    Me ha gustado tu relato, Isabel. Estás mejorando progresivamente. ¡Adelante...!
    Un abrazo. Luis

    ResponderEliminar
  2. Qué bonito recuerdo para tu abuelo Anselmo, mi tocayo de apellidos.
    Se pondrá muy contento al recibirlo, que le llegará. D.E.P.
    Ahora ya sé de dónde te viene a ti la curiosidad e interés por las historias y leyendas de nuestras tierras. Esas vacaciones de tu infancia en Mieza y La Zarza, con los abuelos, tíos y gentes pueblerinas hicieron mella (para bien) en ti. El corral, las gallinas, los huevos, el burro, el perro, las moras,… historias, leyendas, acontecimientos, todo eso combinado, mezclado y asimilado luego al volver a la ciudad, con una forma de vida tan distinta, ha dado siempre buen resultado. En tu caso bueno y fructífero para bien de la memoria de nuestros pueblos. Sigue así.

    Para Luis decirle que, todavía pueden verse en el pueblo durante las noches cálidas de verano algunos vecinos disfrutando del serano a la puerta de casa. Es cierto que cada año que pasa son menos.

    -Manolo-

    ResponderEliminar
  3. "Me encantan los chascarrillos y recuerdos del pueblo" (Paco)

    Esto tan cortito es lo que quiere dejar Paco aquí en comentarios y lo lo logra.
    He de decir que yo lo hice esto mismo, en su nombre, ayer noche y esta mañana veo que ha desaparecido. Isa ¿Qué duentes tienes sueltos por este tu blog?
    -Manolo-

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias por esos comentario, me alegran mucho. Yo los recibo con entusiasmo. Gracias, de verdad.

    Pues no sé qué le ocurre al blog, con el anterior me pasaba lo mismo: a la hora de dejar comentarios da problemas.

    ResponderEliminar