miércoles, 29 de enero de 2014

“Bocalan y bocalana”

Dicen que en algunos pueblos de La Ribera del Duero son muy “bocalanes”. Quiere decir que dan muchas voces, que hablan muy fuerte; en definitiva, que son muy bocineros. Un ejemplo de una situación en la que se usaría la palabra: Pasé por allí, por la puerta de la vecina, y le oí. En este ejemplo se podría decir que esa persona es muy “bocalan”. En caso de ser mujer, se diría “bocalana”.

lunes, 27 de enero de 2014

“Ñarros”

¿Alguna vez habéis oído la palabra “ñarros”? Para los que no sepáis lo qué es, os lo explicaré con un ejemplo que se da en mi casa muy a menudo: cuando llega la hora de comer, y alguien pregunta: “¿Qué hay de comer?”. Si es mi madre la que responde, suele decir: “ñarros”. En otras ocasiones también responde: “sesitos de mosca”. ¿De dónde puede venir la palabra “ñarros”? ¿Alguna pista me podéis dar?, ¿Será nuevamente una palabra del leones?

domingo, 26 de enero de 2014

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¡Mal rayo te parta!

“¡Mal rayo te parta!” es una expresión que he escuchado en varias ocasiones en el pueblo de Mieza. La frase tiene dos connotaciones. La primera de ellas, indica malestar o molestia, a la vez que cabreo, por una situación causada por una persona u animal. Me viene a la memoria un ejemplo de cuando era pequeña y me encontraba con mi abuelo Anselmo y el burro Cano. En esa ocasión el animal hizo caso omiso de las indicaciones que le estaban dando, y se puede decir que cuando la ultima gota colma el vaso… en Mieza dicen: ¡Mal rayooo te partaaa! Por otra parte, también lo he escuchado en ciertas ocasiones en las que, por ejemplo, una persona le gasta una broma a otra. Cuando el afectado se entera, le contesta: ¡Aaa lobo, mal rayo te parta!

jueves, 23 de enero de 2014

“Perro-zorrero”

Ayer, mientras veía el telediario, escuche una noticia sobre una nueva especie de animal: una mezcla entre jabalí y cerdo vietnamita. Al parecer, estos últimos se han puesto de moda, y la gente los tiene como mascotas. Sin embargo, una vez ya crecidos, los abandonan en el bosque. De esa manera se han juntado y cruzado estas dos clases de animales. Mi padre en ese momento me comenzó a comentar más casos de animales que se han cruzado, como por ejemplo señalaba el “Perro-zorrero” que se podía ver por los parajes de Las Arribes. Como el nombre indica, es una mezcla entre perro y zorro. Otros que también nombró: mulo-burreño (de un caballo y una burra) y perro-lobero.

lunes, 20 de enero de 2014

Peña Resbalina

En la carta también recordaba su infancia en la Zarza y lo importante que fue para ella l "Todos los vecinos de La Zarza conocen la Peña Resbalina, que al parecer, con el nuevo cambio ha perdido su encanto, ya que ha quedado medio arrinconada. Además, con los juegos que tienen los niños, pues no necesitan romper allí los pantalones y ganarse unos azotes".

sábado, 18 de enero de 2014

Finalizando la carta…

Mira a ver si esas personas mayores como yo y más mayores te pueden contar, ya que hay muchos casos curiosos. Por ejemplo, que te cuenten bien cómo se toca a fuego en La Zarza. En una ocasión el monaguillo del pueblo junto con otros niños, tocaban a muerto, din-dan, y mientras el pueblo acompañaba al entierro de un vecino, se originó un fuego. El tío Manuel el Herrero se fue a decirle que tocaran a fuego, pero como tenían la puerta candada para que no subieran otros niños, el hombre no podía subir. Entonces desde abajo les empezó a decir que tocaran a fuego. Sin embargo, los muchachos contestaron que ellos no sabían. Entonces él les dijo: “Cambiar de toque”. Así lo hicieron y rápido el pueblo entero dejo al muerto y se vinieron para apagar el fuego. Me quedan muchas cosas que decirte, pero por este momento las dejo, de todas maneras, como me quedan muchas hojas en el cuaderno, a ver si poco a poco voy escribiendo alguna y para cuando vengas a comer el hornazo, si estoy en el mundo te las mando. Pregunta dónde se encuentra la Cruz que había en la trinchera, señal de un hombre que mataron. Te saluda X

jueves, 16 de enero de 2014

Recordando a mi abuelo (Anselmo Hernández García)

Empezaban las vacaciones. Era la primera semana de agosto. Todo estaba seco y amarillo. Seguía haciendo mucho calor. Y después de tantas horas de viaje allí llegamos nosotros. A lo lejos ...podía distinguir mi casa. Una casa con su fachada de piedra y su chimenea, que perteneció a mi tatarabuela. Los vecinos empezaban a salir de los rincones. Todos con el sombrero de paja y la labor entre sus manos: - ¡Cuánto has crecido! La hora de la comida estaba al principio muy silenciosa; alguna mosca que otra revoloteando por las cabezas. De repente, al abuelo se le escapaban sus bromitas; eso indicaba que ya estaba a medio terminar de comer. - Si un gallo pone un huevo y al día siguiente otro. ¿Cuántos huevos pone? Inocente y segura de la respuesta contestaba que dos. Se hacía el silencio y empezaban las risitas, el barullo. Ahora era ya cuando se terminaba de comer. Mientras los demás recogían la mesa, mi abuelo se quedaba bromeando conmigo. Pasadas las horas de la siesta el pueblo volvía a despertar. Se volvía a oír el barullo de la gente, de los carros, de la campana de la iglesia… En ese momento en la casa cogían la caldereta para los cerdos, las sobras de la comida para los gatos de corral y la cesta vacía de los huevos para que luego volviese llena. Finalmente, al burro le ponían las alforjas. Y ya quedaba todo preparado para una nueva marcha. Después de un paso tranquilo llegábamos al corral. Ahora era cuando mi abuelo se disponía a despachar a los cerdos y de paso yo revolvía el gallinero. Unas veces llenaba el bebedero; otras veces, salía al cañizo para recoger moras del camino. Incluso, hasta hacía recetas de cocina que las gallinas comían gustosamente. Lo malo era cuando mi abuelo veía el desbarajuste que había preparado: sacos rotos, trigo por el suelo… La tarde de color anaranjado se echaba encima. Seguían cayendo las horas, los minutos, los segundos… Todos los señores del campo regresaban a sus casas después de un largo día de trabajo. Aparecía la primera estrella de la noche en el cielo. Aún salían algunos vecinos de sus corrales. Se unían a nosotros. Todos juntos marcando el paso rumbo a casa siempre acababan saliendo historietas del pueblo y sus alrededores. Por fin la llegada a casa. Esta vez a la hora de cenar no había que esperar el silencio del mediodía. Después salíamos al fresco haciendo un gran corro con las sillas. Entre los vecinos que ahí nos reuníamos poco a poco iban saliendo historias que habían sucedido en el pueblo. La noche llegaba a su fin. - ¡Hasta mañana, si Dios, quiere! ¡Que descanses!