jueves, 28 de noviembre de 2013

Otra versión de la señora del lobo

      Así empieza la carta: Para Isabel, hija de Melquiades y de Celia...

Otra versión es la señora del lobo, ésta se la oí a mi padre varias veces.
La señora estaba soltera. Un día fue a llevar la merienda o cena al pastor y se le hizo de noche, y en La Laguna Nueva le salió el lobo, y en ese momento creyó que era su novio que venía con dos faroles, que resulta eran los ojos del lobo, que dicen que de noche le brillan mucho. Y ella le decía, “pensaba que me ibas a meter miedo”, pero cuando vio que era el lobo, si que le entró de verdad, todo el camino le fue persiguiendo (yo no sé si la tiraría de las sayas e intentaría caerla, ya que si hubieran sido más lobos, lo habrían logrado) y al llegar al cotorro, le salió un perrito que venia al encuentro ladrando y vio luces y ya la dejó y escapó.

Según contaba mi padre debió vivir en esas casas que había donde está el deposito del agua, cosa que yo no me acuerdo, pero que coincide como contaba mi padre. A la chica le quedaron ataques como llamaban entonces, pero su novio igual se casó con ella. Traía la saya quemada porque en varias ocasiones se caía para la lumbre, aunque no la dejarían mucho sola. […]

Creo que una versión tan completa no te la ha dado nadie

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Dos cartas

Ya han pasado unos cuantos meses desde que dejamos atrás agosto. Y desde entonces guardo con mucho cariño dos cartas. Una de ellas la recibí a principios del mes, y la otra a finales. En ellas me agradecen el haber recogido los relatos del pueblo.

Me pidieron que, por favor, mantuviese sus nombres en el anonimato. Y eso voy a hacer. Sin embargo, en una de las cartas me dieron a conocer nuevas historias, que me gustaría compartir con todos vosotros. Siempre hay algo nuevo que contar o que corregir.

Espero que os gusten.

lunes, 25 de noviembre de 2013

“Al rechinche el sol”

La verdad es que no sé muy bien cómo se escribe “al rechinche el sol”, pero hoy os traigo estas palabras para contaros una situación que me ha hecho pensar en el léxico.

 Me encontraba en clase de inglés, y nuestra profesora cuando no conocemos alguna palabra del vocabulario nuevo que estamos trabajando, nos pregunta por el significado en castellano. Pues en eso andábamos el pasado día, cuando nos dio una frase para que la tradujésemos: “Don´t get sunburnt!”.

En ese momento, lo primero que se me vino a la cabeza fue lo siguiente: “¡No estés al rechiche el sol!”. Pero, ¡por supuesto!, no dije nada; me quedé callada. En realidad, pensé que mi traducción no iba a ser entendida por mis compañeros, y, a la vez, podía llegar a ser motivo de risa.

 Sin embargo, al salir de clase, durante el día, estuve pensando sobre ese sentimiento de vergüenza que había sentido en la mañana. No me atreví a decir “Al rechiche el sol”, a pesar de ser algo que me ha dicho mi madre en muchas ocasiones. De boca de mi padre no recuerdo haberlo oído, por lo que no puedo saber sí es exclusivo del pueblo de Mieza.

 Aún así, siendo de un lugar u otro, en décimas segundo, percibí que no era palabra para decir. ¿Qué estupidez, no? Sin darnos cuenta, ciertas palabras, (sobre todo, en nuestro caso, del leonés) se van desprestigiando, y con ello, caen en el olvido. 

 Pienso que estudiar idiomas es algo enriquecedor, pero no debemos olvidar nunca nuestra lengua materna, ni tan siquiera la “lengua familiar”. Me gustaría que en un futuro, los hijos de los hijos de las gentes de Las arribes (También aplicado a los demás zonas) pudieran hablar y manejarse perfectamente en los distintos idiomas, pero siempre manteniendo esas palabras que dan sentido a su origen.